jueves, 23 de mayo de 2013

A mi Hermano Jaime

El otro día me decía mi hermano Jaime que mi blog carecía de atractivo, me decía que carecía de interés y solo homilías era poco atractivo. Hoy quiero escribir mi propio credo compuesto por mi en este años de la fe, lo pongo en plural porque sé que algunos estarán conmigo. Aquí lo lleváis

1. Creemos en Dios que es Nuestro Padre, cuida de nosotros y nos quiere a todos con locura, porque nos ha hecho a su imagen y semejanza. Está en nuestro corazón, atento a nuestras necesidades porque nunca nos deja solo y siempre nos cuida porque somos sus hijos.

2. Creemos que Dios es el creador de la vida. Creó al ser humano desde el momento de su concepción. La vida que hay que respetarla, defenderla con toda nuestra alma y corazón porque es el mayor regalo que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros.

3. Creemos que Dios creó la naturaleza, para amarla y respetarla, para disfrutar del sol y la luna, de la montaña y la playa, de las flores y cuantas bellezas ella nos da a cada uno de nosotros. Creó el mundo para que el ser humano lo disfrute y no lo destruya.

4. Creemos que Dios mando a su Hijo Jesucristo en un tiempo de la historia concreto de la humanidad, cansado de que nosotros los hombres no hiciéramos caso a su mensaje por sus enviados los profetas. Dios se hartó un poco de nosotros por no hacer caso a sus enviados y como Él nos quiere tanto nos mando a su propio Hijo.

5. Creemos en Jesús de Nazaret enviado de Dios a la Tierra, Hijo de Dios y hermano nuestro que vino a anunciarnos quién es verdaderamente Dios para nosotros.

6. Creemos que Jesús de Nazaret está siempre con las personas que más sufren en nuestra sociedad, lo podemos encontrar en el Sagrario de cada Iglesia y en la misa donde nos alimentamos de Él. También lo encontramos en el pobre, en el que sufre enfermedad, soledad, hambre, injusticias, en el anciano que está totalmente solo y se considera inútil para nuestra sociedad.

7. Creemos que Jesús de Nazaret nos predicó un mensaje que es actual a pesar de los tiempos. Sobre todo en estos tiempos de crisis económica porque en el fondo es una crisis de valores porque nos hemos olvidados del Evangelio.

8. Creemos que el mensaje de Jesús esta basado en la Justicia, la Solidaridad, la Caridad y la Paz, en que otro mundo nuevo es posible donde todos podemos vivir como hermanos sin ninguna distinción entre nosotros por razón de sexo o color de la piel.

9.  Creemos que Dios Padre y Jesús de Nazaret nos mandó el Espíritu Santo, para que siempre lo tengamos presente, gracias a Él podemos rezar y podemos ponernos en contacto con Dios mediante la oración y los Sacramentos. Sin Él  el hombre no se podría comunicar con Dios. Gracias al Espíritu Santo existe la Iglesia.

10. Creemos que la Iglesia somos los que estamos bautizados y gracias a Jesús todos somos hermanos en la fe, lo cual nos lleva a la obligación de cuidar los unos de los otros.

11. Creemos que la Iglesia es un lugar donde todos somos iguales pero distintos, cada uno esta llamado a desarrollar una misión concreta, uno será el Papa, otros obispos, otros curas, otros diáconos, otros hombres y mujeres religiosos y otros hombres y mujeres que están en el mundo bien casados o solteros pero todos para dar testimonios del amor de Dios hacia los hombres.

12. Creemos que la vida no se acaba con la muerte, que cuando nos morimos somos llamados, vamos con Cristo a disfrutar del cielo que es el mejor sitio donde podemos estar, al lado de Dios. Que la muerte tiene sentido en la Resurrección de Dios y por tanto da sentido a toda nuestra vida que es una peregrinación al encuentro con Dios nuestro Padre. AMEN


viernes, 17 de mayo de 2013

Pentecostés

   Jesús exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo..”
    (Jn. 20,19-23)

       Jesús Resucitado “exhala su aliento” sobre sus discípulos que estaban sin aliento y atenazados por el miedo después de la trágica muerte de Jesús. También, Jesús Resucitado exhala hoy  su aliento de Vida sobre cada uno/ a  de   nosotros y sobre todo ser humano. ¿Podemos abrirnos hoy nosotros a este Aliento de Vida? El Espíritu Santo es el aliento de Jesús... y aquellos hombres y mujeres  atenazados  por el miedo se llenaron de una Vida nueva, de una fuerza nueva.

        Lo primero que se pone de relieve es la situación de la primera Comunidad después de la muerte de Jesús: “con las puertas cerradas por miedo”. Esta expresión  manifiesta el miedo y la inseguridad en que vivían los discípulos, que no tenían todavía  la experiencia de Jesús Resucitado. Pero el Espíritu transformó a los discípulos/as y les hizo abrir las puertas del Cenáculo que estaban “cerradas por miedo...” Jesús Resucitado atraviesa las puertas cerradas. El miedo de los discípulos no le detiene a la hora de atravesar las puertas cerradas y desearles la paz, ¿estaremos también nosotros con las puertas cerradas a causa de nuestros miedos?.

Con frecuencia, también nosotros tenemos nuestras puertas cerradas. Pero el Resucitado, abre y atraviesa nuestras puertas cerradas. Podemos imaginarnos que Jesús  Resucitado entra hoy  en nuestra casa y abre todo lo que está cerrado para que vuelva a la vida todo lo bueno y bello que está ahogado en nosotros. Ciertamente, es el miedo lo que nos cierra a la Vida. Su “Aliento” vence todos nuestros miedos, nuestros decaimientos, nuestros pesimismos y nos ayuda a superar nuestras dificultades. Su amor puede superar nuestros egoísmos, nuestras barreras y nuestras resistencias.

“Jesús exhala su aliento sobre sus discípulos” y, de esta forma tan tierna, les transmite su Espíritu. “Exhalar su aliento” a otro significa darle lo más profundo que tenemos. Jesús “exhala su aliento” de amor sobre nosotros. En nuestro aliento ya no sólo respiramos el aire, sino el Espíritu de Dios que es Amor. El mejor don que nos hace Jesús es su Espíritu, el espíritu de la verdad y de la vida, de la alegría y la esperanza.

      “De repente, un ruido del cielo, como un viento recio, resonó en toda la casa”. (He 2,2), hemos escuchado en la 1ª lectura. Los discípulos oyen un ruido, “como un fuerte viento”. Quiere decir que el Espíritu Santo se hace perceptible y nos pone en movimiento, como el viento fuerte, de manera que podamos superar lo que nos impide vivir plenamente. Necesitamos la sacudida de un viento recio que nos impulsa a la vida.
Algunos se preguntan también: “¿No son Galileos todos esos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno los oye hablar en nuestra lengua nativa?.” Lucas se refiere a la confusión de lenguas de Babel (Gen 11, 1). Babel se repite todos los días entre nosotros.
Pero, además de las lenguas, existen otras diferencias que nos separan y nos dividen (nuestras distancias, nuestras indiferencias, y particularmente nuestro egocentrismo...) Pero en Pentecostés el Espíritu Santo nos capacita para hablar una lengua nueva, un idioma que todos comprenden, que contagia y enciende a los demás: es la lengua del amor, que todo el mundo puede entender.

    ¿En quién nos apoyaremos para hablar esta lengua nueva de amor? ¿Quién sostendrá nuestra esperanza en un futuro mejor? ¿Quién nos fortalecerá en nuestra fragilidad humana? ¿Quién llenará nuestro corazón vacío que reclama una plenitud? El Espíritu de Jesús Resucitado que es Amor, sólo  amor.

     Hoy, tenemos muy presente a nuestro mundo, marcado por la pobreza, la crisis económica, la injusticia, la violencia,  y el desamor. Deseamos que el amor del Espíritu llegue a todos los rincones del nuestro mundo:  Ven Espíritu de Dios, ven a renovar la faz de la tierra. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven donde domina la droga y las armas. Ven donde hay tanta corrupción y egoísmo. Ven donde hay tantos jóvenes en paro y tanta angustia en las familias que no llegan a fin de mes, y renueva nuestro mundo de hoy.
    Ven Espíritu Santo, sin Ti, nuestro «progreso» no nos conduce hacia una vida más digna, noble y gozosa. Ven Espíritu Santo, enséñanos a entendernos aunque hablemos lenguajes diferentes. Sin tu Amor en nuestro interior, seguiremos la escalada de la violencia absurda y sin salida. Ven a alegrar nuestro mundo tan sombrío. Ábrenos á un futuro más fraterno, justo y solidario. Entra hasta el fondo de nuestras almas. “Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lagrimas y reconforta en los duelos... Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos...  “Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro”.
     Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior: Nos hemos quedado sin interioridad. Nos resulta difícil entrar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros.
          Ven Espíritu Santo renueva nuestra fe en Dios: En nuestra vida y en nuestra sociedad ya no hay sitio para Dios. Su Presencia ha quedado reprimida dentro de nosotros. Lleno de tantos ruidos por dentro y en medio de tanta superficialidad ya no podemos escuchar su voz.  “Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro”.
     Ven también a nuestro corazón y renueva nuestra vida. Espíritu Santo, luz de Dios, disipa las tinieblas de nuestras dudas. Fuego de Dios, derrite el hielo de nuestra indiferencia. Torrente de Dios, fecunda los desiertos de nuestro corazón y renuévanos por dentro. Tú que eres Luz y eres Amor, ven a renovar “la faz de la tierra”. 


viernes, 10 de mayo de 2013

Fiesta de la Ascension


     “Vosotros sois testigos de todo esto...” (Lc. 24, 43-56).

     Esta es la invitación  de Jesús  Resucitado a sus discípulos antes de  su Ascensión al cielo...  Todos nosotros estamos llamados a ser  testigos de Jesús Resucitado en  nuestro mundo. Pero nuestro testimonio no  tiene que ser sólo de  palabra, sino con nuestra  vida; testigos de vida.  Ya no se nos pide hablar mucho, sino transparentar la Vida.... Que podamos decir  que Dios es amor amando; que podamos decir  que Dios es misericordia compadeciendo y perdonando; que podamos decir  que Dios es gozo, viviendo en la alegría y en la esperanza; que digamos  que Dios es comunión compartiendo nuestra vida con los demás.

     “Mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo al cielo”.   La Ascensión del Señor al cielo es una narración mitológica que expresa la culminación de la vida de Jesús. Es “una forma literaria” de expresar la Resurrección de Jesús que en estos días estamos celebrando llenos de alegría. La Ascensión no es más que un aspecto del misterio pascual. Jesús participa de la misma Vida de Dios y por lo tanto, está en lo más alto del “cielo”.  El “cielo”  no es un lugar, sino una manera de estar, otra manera de ser. El cielo está donde se vive y cuando se vive en amor. El cielo es experimentar la Presencia del amor de Dios en nuestra vida.
     
    Ciertamente, el cielo no es un lugar hacia el que vamos después de morir, sino el disfrute pleno del amor y de la vida que se está gestando ya en el interior de nuestro mundo y en el de cada ser humano; el cielo es la plenitud de este mundo, la realización plena en Dios,  de todas las posibilidades de amor,  de paz, libertad y felicidad que todo ser humano lleva dentro.  Cada vez que en la tierra hacemos la experiencia del bien, de la felicidad, de la amistad, de la paz y del amor, ya estamos viviendo, de forma precaria pero real,  la realidad del cielo. Por eso, lo que se opone a la esperanza cristiana no es solamente la incredulidad y el ateísmo, sino también la tristeza, el desamor, el pesimismo y la desesperanza ante la vida.

     La fiesta de la Ascensión, que hoy celebramos,  significa que nuestro final está en Dios, no en la nada. El final de “este Hombre” Jesús, no fue la muerte sino la Vida. Significa  que nuestro horizonte es  Dios. Significa también,  la sed de Trascendencia de todo ser humano que se realiza plenamente en Jesús Resucitado. Es pues, una fiesta de esperanza: el futuro del ser humano y el futuro del mundo está en Dios. Podrán ir mal las cosas, la política, la economía, las  situaciones personales, la institución de la Iglesia, pero la Vida será siempre más fuerte que todo lo que amenaza y dificulta nuestra vida. Estamos invitados a terminar nuestra vida en Dios. Podemos afrontar el futuro con esperanza. De ahí que no estamos de acuerdo con la afirmación de Heidegger que dice que el hombre es "un ser para la muerte”; podemos decir más bien,  que el  hombre es “un ser para la vida”.

     La fiesta de la Ascensión del Señor  nos abre a todos el camino de la esperanzaLa esperanza cristiana no es la actitud que conduce a desentendernos de los problemas del presente y de despreocuparnos de los sufrimientos de este mundo.

     Precisamente porque creemos  y esperamos en  un mundo nuevo y definitivo, no nos   conformarnos  con esta sociedad nuestra llena de odio, lágrimas, sangre, injusticia, mentira y violencia. Quien no trabaja por liberar al ser humano del sufrimiento, no cree en un mundo nuevo y feliz. Quien no hace nada por cambiar y transformar nuestra tierra,  no cree en el cielo.
  
     El Evangelio de este Domingo termina diciendo: “se volvieron a Jerusalén con alegría”. La alegría es una de las principales características de los discípulos de Jesús. La tristeza, el derrotismo, la amargura, se oponen a la esperanza cristiana. En la entraña del mensaje de Jesús está  presente la alegría.
       
    
En esta fiesta de la Ascensión del Señor podemos  volvernos de corazón a El para decirle: “Señor, gracias a tu muerte y resurrección, todo   ser humano tiene entrada en la vida plena, en la  alegría  sin fin: Concédenos renovar nuestra esperanza.”    

miércoles, 1 de mayo de 2013

VI Domingo de Pascua



     "El que me ama guardará mi palabra”. (Jn. 14,23-29).

        El amor a Jesús es la condición indispensable para guardar su palabra. El amor a Jesús nos hace identificarnos con El,  actuar como El y  amar como El...  Eso es guardar su palabra.
        
     “Vendremos a él y haremos morada en él”. Dios visita nuestra vida. Así que, Dios no vive en casas de piedra ni en recintos sagrados, sino en el corazón de cada ser humano.  Vive en lo más íntimo de nosotros mismos. Esta es la Buena Noticia: Que Él nos ama, que Él está con nosotros para siempre ¿A qué o a quién vamos a temer? ¿Qué más podemos desear?. Queda superada nuestra soledad radical. Ya nunca podemos sentirnos solos o solas, porque ahí donde nos sentimos solo/a, El es una compañía; sí, El es una compañía en lo más profundo de nosotros mismos.

      Después, Jesús añade: “el Defensor, el Espíritu Santo, será quien os lo enseñe todo”...  Jesús no nos ha dejado  solos, no estamos solos, Dios nos  ama a cada uno sin distinción y  permanece unido a todo ser humano. No podemos, por tanto, sentirnos huérfanos. El, por su Espíritu, nos acompaña siempre.  El es quién nos lo enseña todo, El nos lleva a una comprensión profunda de su mensaje, que llena de sentido y de alegría nuestra vida cada día.

     Jesús concluye su despedida con unas palabras preciosas: "La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde". La palabra utilizada por Jesús “shalom”. Con ella los judíos se saludaban  y todavía se saludan entre sí;  con ella saludó Jesús Resucitado a los discípulos la tarde de Pascua . La paz está en muchísimas ocasiones en boca de todos, es un deseo profundo
del ser humano: vivir en paz. Todas las personas de buena voluntad queremos vivir en
paz, en una sociedad en paz, en un mundo en paz; pues bien, ese es el futuro
y hacia esa meta caminamos. ¿Quién nos lo garantiza?

     “No os la doy como la da el mundo”. No es la paz del mundo, que proviene de los que han vencido… Para Jesús es la paz fruto del amor. No se puede soñar una paz digna mientras se acreciente la injusticia en el mundo.

      ¿Puede existir la paz en el mundo cuando millones de seres humanos son excluidos?. Frente a esta cultura de la violencia que excluye, necesitamos promover hoy una cultura de la paz. 
      
      En nuestro mundo de hoy los cristianos necesitamos volver a escuchar de manera nueva las palabras de Jesús: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”.  ¿Por qué es tan difícil la paz?  ¿Por qué volvemos una y otra vez al enfrentamiento y a ala agresión mutua? Con un corazón lleno de resentimientos, de intolerancias y de dogmatismos, no podemos construir la paz. Sólo hombres y mujeres de paz pueden sembrar la paz en nuestro mundo.
      
      Esta paz que Jesús nos deja comienza en nuestro propio corazón, necesitamos desarmar nuestro corazón, despojarnos de la ambición posesiva, de movimientos interiores de violencia, de agresividad, de distancias.... En nuestro corazón hay muchas dificultades que provocan divisiones, resentimientos y rencores, pero el Señor nos ha prometido su Paz que puede vencer todos los obstáculos y superar todas nuestras barreras. Sí, esta paz, comienza antes de nada en nuestro propio corazón. Es nuestro corazón el que necesita una paz interior. Que la paz comienza por uno mismo y en uno mismo, conviene recordárnoslo siempre.

     Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. Jesús quiere liberarnos del temor y de la inquietud que nos paralizan. Es como si nos dijera: estaré muy cerca de vosotros, no os abandonaré nunca, nada podrá destruir mi amor por vosotros. “Que no tiemble vuestro corazón”. Qué fácil es decirlo pero, ¿cómo calmar la ansiedad, la inquietud, el nerviosismo y el estrés que nos devora a todos y nos impide disfrutar de esa paz ofrecida siempre.?

      “Me voy, pero volveré a vosotros”. Jesús es consciente  de que su  muerte se acerca con paso decidido. Apenas le quedan un número escaso de  horas de estar con sus discípulos. Después, vendrá su  muerte. Es como si Jesús  les dijera: “Soy un hombre limitado como vosotros, sujeto a la misma finitud que vosotros. Pero ,”volveré a vosotros”.

      Sí, Cristo, Tú has vuelto a nosotros,  por tu Resurrección, eres una Presencia en nuestra vida. Señor, que nuestro corazón pueda percibir la claridad de tu Presencia y que podamos entablar contigo  una relación de amor  que no  termine nunca, Fuente de Paz y alegría.